miércoles, 16 de abril de 2014

Ese dulce y perpetuo tremor o temblor...


Los textos decimonónicos están plagados de descripciones del canto flamenco. Si El Solitario apuntó que para cantar la Caña era preciso tener mucho pecho o facultades, por la misma época, año arriba, año abajo, M. Jiménez nos facilitó información sobre las habilidades de el Planeta y el padre Vera: «… el Planeta sobresale por sus gorgeos, el padre Vera por su clara y extensa voz… »

En 1854, la prensa se hace eco de las lamentaciones, suspiros y Kiries interminables de la gente flamenca y, ya en 1875, después de visitar el Café de Silverio, Apeles Mestres nos advierte que la gran cualidad de un buen cantaor es aguantar la respiración todo el tiempo posible




En la prensa gallega de 1879 encuentro este interesante comentario de un cronista musical respecto a la técnica vocal de la tiple Sra. Ruíz en la zarzuela melodramática El salto del pasiego (1878), música del murciano Manuel Fernández Caballero…


Ese dulce y perpetuo tremor o temblor, que unido a las apoyaturas, mordentes y fermatas, ejecutadas ad libitum, constituye la fisonomía especial del canto flamenco, característico de las playeras y malagueñas, tiene reservados muy contados pasajes en el canto métrico y serio, indicado ya en las partituras…


Los jipíos individuales, que diría un flamenco…



El Heraldo Gallego (Orense), 20 de julio de 1879

2 comentarios:

  1. Que no pertenece a escuela alguna dice. Punto carca el nota. Gracias siempre por tus indagaciones. Menuda fecha buena. Y en Ourense, terra da chispa y del buen yantar. Un abrazo

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  2. Escuela y... Conservatorio :-) Un abrazo, don Fausto

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