jueves, 21 de mayo de 2009

Acotaciones




En su libro El Rojo el Alpargatero, flamenco (Editorial Almuzara, S.L., 2007), el excelente investigador José Gelardo Navarro dedica un subcapítulo a la aparición del término Cartagenera, referido a un cante, en la prensa murciana de 1886: «La "Cartagenera", cante flamenco-minero. Primera noticia: 1886» (pág. 114).

La gacetilla en la que se apoya Gelardo, publicada en El Diario de Murcia del 4 de septiembre de 1886, se hace eco de una fiesta organizada en Madrid con motivo de un homenaje a periodistas italianos de visita por España. Teatro Felipe... después de la representación de la zarzuela La Gran Vía -que, dicho sea de paso, se estrenó el 2 de julio de ese año, precisamente en ese teatro- lucen sus habilidades los flamencos...


Correspondencia. Madrid 2 de septiembre de 1886.
La "juerga" de Felipe.-
(...) Y después del descanso ordinario se dió principio a la función flamenca, apareciendo en el tablado cantaores y cantaoras (...)
Pertenecía la troupe a lo mas selecto de nuestros cafés de cante, llevando la representación de Romero, Buenavista, Imparcial y Corrales, Paco el Gandul, especie de padre Abraham de estas tribus nómadas, de zapateados y jipíos, el Paquiro y el Feo; Concha Acevedo, cantaora de verdad, que suelta verdaderos raudales de armonía por aquella garganta de oro; Dolores la Gitana, graciosa bayadera de cobriza tez y brillantes ojos negros, que arrancó frenéticos aplausos con su originalísimo baile lleno de indescriptible cadencia, y la Chavala, Paca la Rubia y otras que con sus polos, sus aventajadas malagueñas, tangos y cartageneras contribuyeron a dar a la fiesta marcadísimo carácter clásico de la flamenquería en boga. (...)


Después de revisar las crónicas que sobre la sonada fiesta se escribieron en la prensa madrileña (El Liberal, La Época, El Globo, La República,...), en la que no se hace mención de la Cartagenera, el autor expone los siguientes comentarios:


...Pero hemos de fijar la atención entre el importante matiz que separa lo que dice la gacetilla murciana de El Diario y el resto de la prensa madrileña, pues esta última no habla en ningún momento del cante de la cartagenera y, hasta cierto punto, es normal. Madrid, incluso Andalucía, ignora la gestación de este cante flamenco-malagueño-minero que se está fraguando en el Levante español y en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión (...)
...Por otra parte, ¿quién es esta Concha que aparece en Madrid en 1886? y que es calificada como cantaora de verdad, que suelta verdaderos raudales de armonía por aquella garganta de oro. Con un ligero error en el apellido, podría tratarse de Concha la Peñaranda, y ello por dos razones:
-Presencia en el documento del cante de las cartageneras.
-Caracterización de sus dotes de cantaora, armonía y garganta de oro.


En respuesta a D. José Gelardo, queremos acotar:


  • Que el término Cartagenera, aplicado a un cante, ya se usaba en Madrid desde al menos unos meses antes. Como prueba, una gacetilla publicada en La Correspondencia de España del 24 de junio de 1886 que se hace eco de las representaciones de la zarzuela Flamencomanía. De paso, reseñamos la existencia del cantaor flamenco El segundo Gayarre.



La Correspondencia de España, 24 de junio de 1886



  • Que lo de "ligero error en el apellido" de Concha Acevedo (el apellido de Concha la Peñaranda era Rodríguez) nos parece cuando menos precipitado, toda vez que existen huellas de actuaciones de una Concha Acevedo, como intérprete de zarzuela: la encontramos en 1888 cantando la jota final de la zarzuela Cádiz.



La Época, 1 de abril de 1888




La Época, 23 de septiembre de 1888


2 comentarios:

  1. He leído con muchísimo interés tus acotaciones a Gelardo Navarro.
    Creo que así hay que hacer las cosas, como tú, con datos precisos y sin interpretaciones arriesgadas.

    Yo empecé a leer otro libro de ese mismo autor, "Antonio Grau, Rojo Alpargatero hijo : el último de una saga flamenca" (2008) y me resultó decepcionante, por esa misma forma de presentar meras hipótesis peregrinas como posibles cuasiverdades; porque en vez de hablar de Antonio Grau, volvió a contar la vida de su padre, El Rojo; y porque el estilo absolutamente informal, no es el más adecuado para defender una investigación seria.

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  2. El libro es interesante en su conjunto, pero hay una serie de fallos por precipitación.
    Por cierto, a ver si compro el de Cruces Roldán sobre La Niña de los Peines. He leído tus comentarios y los de Juan Diego (Café Silverio) y me habéis despertado la curiosidad.

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